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El ozono y el tratamiento de aguas para consumo humano

El 70% de la superficie del planeta está formado por agua, de los cuales sólo el 2.5% es agua dulce.
A su vez, el 68.7% de ella se encuentra congelada en bancos de hielo, glaciares y nieves perpetuas, quedando solamente el 30.1% como agua subterránea y 0.3% en lagos, lagunas, ríos y humedales.
Esto nos da una idea de la escasez del agua disponible para consumo (alrededor del 1% de toda el agua del planeta) y, por si fuera poco, gran parte de ella se encuentra contaminada debido al consumo desmedido de los recursos naturales y la falta de conciencia ambiental en las tecnologías de producción y disposición de residuos y excretas.
Muchos compuestos químicos diferentes, desde simples iones inorgánicos hasta complejas moléculas orgánicas y agentes infecciosos -bacterias, hongos, virus y parásitos- son considerados contaminantes.
Cada clase de contaminantes tiene sus maneras específicas de introducirse en el medio ambiente y acarrea sus peligros específicos.

Describiremos a continuación dos factores contaminantes muy comunes en nuestro medio:

Microorganismos patógenos: Son los diferentes tipos de bacterias, virus, hongos, parásitos y otros agentes capaces de producir enfermedades cuando ingresan a nuestro cuerpo. Enfermedades transmitidas por el agua debido a estos agentes son: el cólera, el tifus, las gastroenteritis infecciosas, la hepatitis, la disentería, la giardiasis, etc. Generalmente estos microbios llegan al agua en las heces y otros desechos orgánicos provenientes de personas infectadas. Para detectar contaminación fecal de las aguas debe determinarse la cantidad de bacterias coliformes, Escherichia coli y Pseudomonas aeruginosa, todos ellos indicadores de contacto del agua con materia fecal. Las enfermedades transmitidas por estos agentes producen gran morbilidad y alta mortalidad principalmente en niños. En aguas de buena calidad se acepta hasta 3 NMP/100 ml de bacterias coliformes y ausencia, en 100 ml., de E. coli y P. aeruginosa.

Compuestos químicos orgánicos e inorgánicos: Muchas moléculas orgánicas sintéticas son muy persistentes en el ambiente, una vez que se introducen en él, además de tener alta toxicidad. Son ejemplos los hidrocarburos (recordemos los accidentes de derrame de petróleo, gasoil, etc.), detergentes, pesticidas, PCB, fenoles, etc. Entre las sustancias inorgánicas encontramos los metales pesados (mercurio, plomo, cadmio, cromo, arsénico), flúor, nitratos, nitritos, fosfatos, sulfuro, cianuro, etc. Las sustancias orgánicas que mencionamos al principio, son moléculas grandes difíciles de metabolizar por los microorganismos del suelo y del agua. Las sustancias inorgánicas son pequeñas pero causan graves daños en los organismos vivos.

El ozono, gracias a su elevado potencial oxidante, permite degradar los compuestos orgánicos contaminantes e inactivar y/o destruir microorganismos patógenos presentes en el agua. Además destruye los factores que aportan color, sabor y olor a las aguas de deficiente calidad transformándolas en aptas para el consumo humano, es decir inocuas. A diferencia del cloro, el desinfectante más comúnmente utilizado, el ozono no genera subproductos que puedan resultar peligrosos.

La inactivación de bacterias y virus depende de la cantidad de ozono aplicado y del tiempo de contacto del O3 con los microorganismos.

Las bacterias son las que más rápidamente son destruidas. Por ejemplo, E. coli es destruida en 15 segundos de contacto a 25-30ºC y una concentración de ozono de 0,1 mg/l. Los virus son más resistentes que las bacterias. Los poliovirus tipo I, II y III son inactivados por medio de exposición a concentraciones de ozono disuelto de 0,4 mg/l por un período de contacto de cuatro minutos. Algunos compuestos orgánicos reaccionan con el ozono muy rápidamente hasta su destrucción, en minutos o aún segundos, mientras que otros reaccionan más lentamente con ozono y, en algunos casos, solo se logran oxidaciones parciales. La ventaja principal de la oxidación parcial de materiales orgánicos es que se convierten en materiales mucho más polares haciéndolos más fácilmente degradables.

Por tanto, la aplicación de ozono a las aguas de consumo nos permite obtener una bebida de excelente calidad bacteriológica (al inhibir y/o destruir a los patógenos) y química (oxidando las moléculas de los contaminantes), inocua, segura y saludable.

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Asociación Argentina del Ozono - ADELO